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 Bienvenida / Editorial
El recálculo como paradigma del rigor científico

24/02/2014

José Luis Pedragosa

Ingeniero Industrial, Investigador del CERpIE

Las mejores reconstrucciones de accidentes de tráfico, las de más contundentes conclusiones, las que con mayor fiabilidad pueden fijar la determinación de un intervalo de velocidades no probable sino posible de origen de los vehículos antes del impacto, son aquellas que un dictamen presenta no solo con unos cálculos sino que además ofrecen unos recálculos que refuerzan y dan fe de la veracidad de los cálculos iniciales.

Si de los principios de la conservación de la energía, de la conservación de la cantidad de movimiento o de la restitución se derivan unos intervalos de valores de velocidad previa determinadas, los desconocimientos de abogados, fiscales y jueces de formación jurídica acaban dejando una componente de duda no tanto sobre los cálculos fisicomatemáticos en si mismos sino sobre la dependencia del perito del cliente que le ha hecho el encargo, sea particular, asegurador o Administración.  Esas dudas se alivian, si el dictamen aporta un recálculo, como por ejemplo, si las velocidades resultantes de la aplicación de las fórmulas son compatibles con los tiempos de reacción de la persona humana para evitarlos que según edades o circunstancias, pueden oscilar entre 0,5 y 2 segundos, tiempo durante el que sin capacidad de corrección, el vehículo se ha ido desplazando. Otro recálculo utilizado es el del movimiento de los cuerpos en atropellos o proyecciones de motoristas , y otro si el vehículo salta al vacío en tiro parabólico…. Todo ello aporta posibles nuevos cálculos que pueden confirmar o poner en duda los resultados del cálculo de velocidades principal.

Ahora, sin embargo, está surgiendo con fuerza el que podríamos determinar como GRAN RECÁLCULO, que se fundamenta en las lesiones de las víctimas de los accidentes. Las fracturas, heridas o traumatismos que se producen, lo son por haber superado la resistencia de los tejidos óseos, musculares, de los órganos internos o de la propia piel de la persona humana. Los científicos sanitaristas están entrando en ello. La Biomecánica (tanto biocinemática como biodinámica) ya se viene desarrollando desde Jouvencel pero ahora lo esta relanzando María Seguí en España.

Y han empezado con la patología que mayormente se viene repitiendo en los alcances y que están produciendo estragos en las Compañías de seguros con el latigazo cervical, lo que ha dado entrada a ciertos informes relacionadores de daños de vehículos en proporción con las lesiones de los ocupantes. Una teoría bastante rudimentaria pero que de momento está resultando la única que es considerada en las estrategias de acusación o defensa. Cuidado. Ha llegado un punto en que no se puede transigir más en la banalidad científica, Y es ahora cuando aparece una nueva modalidad de investigación que puede permitir el recálculo de velocidades de impacto entre vehículos según la resistencia de los órganos humanos al recibirlos. Demos la bienvenida a la nanoreconstrucción de accidentes, y desde esta Universidad queremos abrir los brazos a las iniciativas de la Universidad de Valladolid (con sus estudios sobre el NIC como capacidad de resistencia a los esfuerzos de flexión y torsión de las vértebras cervicales) y a la Universidad de Zaragoza y al Centro Zaragoza del sector asegurador(por sus estudios de impacto sobre cadáveres que se vienen realizando en el Circuito de Alcañiz). Y nosotros seguiremos investigando pues tenemos en nuestra casa a los mejores en Nanotecnología.


Ver editorial original en: www.prevencionintegral.com

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