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 Bienvenida / Editorial
Prevención de accidentes versus drogas en el lugar de trabajo

27/01/2014

Tomas Camacho

Director Médico Laboratorio Lema&Bandín

Alcohol, drogas ilegales (cannabis, cocaína, anfetaminas, opiáceos) y drogas de uso legal, tales como las benzodiacepinas, tienen la capacidad de alterar la normalidad psicomotora del individuo que se halla bajo sus efectos y las convierte en un constatado factor de riesgo para la aparición de todo tipo de accidentes, incluidos los de trabajo que, obviamente, pueden afectar al propio trabajador y a otras personas de su entorno. Como problema de salud y, particularmente, como factor de riesgo como agente causante de accidentes, parece claro que la cuestión de su consumo debe ser afrontada por todos los implicados en la actividad laboral: trabajadores, empresarios, autoridades laborales, sindicatos, técnicos de prevención y, en tanto en cuanto no deja de ser un problema sanitario, por los médicos del trabajo. 

Bajo este prisma debe ser un objetivo el permitir la detección precoz de los consumidores a través de la determinación de metabolitos en orina; este análisis, realizado de forma absolutamente confidencial y en el que se vela por el cuidado de los derechos legales de las personas sometidas a análisis, constituye un procedimiento analítico no invasivo y de reconocida seguridad cuando es realizado siguiendo una estricta cadena de custodia. Así pues, el análisis de drogas en población laboral debe ser considerado como un instrumento seguro y eficaz para la prevención de accidentes, de mejora de la calidad de los procesos productivos y que promueve un ahorro muy importante en costos tanto directos como indirectos. 

Uno de los aspectos importantes de su consumo en su repercusión en los accidentes in itinere y in missión. Durante el año 1991, 75.426 personas perdieron sus vidas en accidentes de tráfico en las carreteras de los 27 países miembros de la Unión Europea (UE). Diez años más tarde, en 2001, la cifra había sido reducida a 54.302/año. Con esto en mente, el tercer programa de actuación sobre la seguridad vial de la UE (2003-2010) estableció el ambicioso objetivo de reducir a la mitad el número de muertes en carretera en la UE para el año 2010. Los resultados han mostrado una disminución constante del número de víctimas mortales durante este periodo, llegando a 31.029 en el año 2010. 

Aunque al comienzo del programa en el año 2003 se estimaba que alrededor del 25% de las muertes en las carreteras europeas se debían a la influencia del alcohol, la falta de estudios adecuados no permitía conocer con exactitud la proporción debida a los efectos de drogas ilícitas o medicamentos psicoactivos de uso legal. En un intento de determinar el nivel de conducción bajo drogas (lícitas e ilícitas) en las carreteras europeas, el proyecto DRUID (acrónimo en inglés que significa “conducir bajo la influencia del alcohol, drogas ilícitas y medicamentos de uso legal”) fue desarrollado con el objetivo final de estimar la dimensión exacta del problema. 

El alcohol fue la sustancia detectada con mayor frecuencia en los conductores gravemente heridos o fallecidos. La presencia de alcohol entre la población conductora de heridos graves osciló entre el 14.1-30.2% (con un 24.4% de promedio), y entre un 15.6-38.9% de la población de conductores fallecidos (con un 31.7% de promedio). El uso de drogas ilícitas por sí solas no fue detectada con frecuencia entre los conductores heridos o fallecidos; en la mayoría de los casos, las drogas ilícitas se encontraron en combinación con otras sustancias psicoactivas, principalmente el alcohol. El cannabis fue la más prevalente de las drogas ilícitas, seguida por la cocaína y anfetaminas. Con respecto a los medicamentos de uso legal, los resultados entre los conductores heridos y fallecidos fueron los siguientes: entre los conductores lesionados las sustancias más frecuentemente encontradas tras el alcohol y el cannabis, fueron las benzodiacepinas, mientras que, entre los conductores fallecidos en accidentes, las benzodiacepinas estaban en segundo lugar, tras el alcohol. Como resumen pues, podemos decir que el alcohol sigue siendo una de las sustancias psicoactivas más peligrosas utilizadas por los conductores. El mayor riesgo para un conductor de ser herido gravemente o fallecer en un accidente de tráfico se debe a los altos niveles de alcohol en sangre o a las combinaciones de alcohol, drogas ilegales o medicamentos de uso legal. 


Ver editorial original en: www.prevencionintegral.com

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